lunes, 31 de enero de 2011

Ya no llueve en el desierto; no hay calor. No florecen los jardines sin color. Pasa el tiempo; no envejece el reloj. Ves neuronas que enloquecen sin control. Duérmete y despierta en mis sueños. Muérete y revive en mis miedos. Pierdes fuerzas, caes en vueltas, pierdes el control. Tus visiones, ilusiones a tu alrededor. Y los sueños ya no existen; ya no están. La locura y su confusa estabilidad. El espejo no decide de qué lado estar. Piérdete y anda a mi encuentro. Ámate, que yo ya no puedohttp://open.spotify.com/track/20N2FBvnqdf6Bf8wvCD6Nw

viernes, 7 de enero de 2011

La excepción que confirma la regla

Un 95% de la realidad es invisible. En contra de nuestra propia esencia, sin embargo, estamos empeñados en que sólo resulta real aquello que se puede contemplar. A casi todos nos parece no sólo una excelente idea, sino la única posible, la expresión del orden natural de las cosas, del devenir inevitable y necesario del tiempo. No se nos ocurre pensar que es eso mismo, una noción, un concepto, incluso un ideal, no una descripción precisa de la realidad ni siquiera una hipótesis verificable. Estamos tan seguros de que el tiempo avanza en una dirección de complejidad gradual y mejora significativa como lo estaban nuestros abuelos campesinos de que la tierra era plana. Al igual que ellos, nos fiamos del testimonio de nuestros sentidos. Ya no creemos que una sociedad ideal esté esperándonos en el mañana, pero aún así nos cuesta aceptar que las cosas pueden no haber tomado siempre el mejor camino. ¿Hasta qué punto podemos fiarnos de los recuerdos? El momento decisivo en la creación de nuestro álbum de experiencias tiene lugar cuando un recuerdo efímero pasa a convertirse en duradero o permanente (como los recuerdos contigo). El fijador más efectivo, es el emocional por lo que los recuerdos no sólo son maleables, sino que se reescriben cada vez que los recuperamos (cosa que con los tuyos no pasa porque recuerdo cada segundo con su microdetalle). Normalmente es necesario utilizar el cerebro como a Google introduciendo la mayor cantidad posible de elementos de búsqueda, como las pistas (de ti nadie necesita decirme nada para saber qué pasé contigo). Y también todos tenemos una memoria selectiva (por la cuál tú por ahora no desaparecerás).