martes, 19 de noviembre de 2013

Autodependencia

Me acuerdo siempre de la misma escena: cuando somos pequeños, nos damos contra una mesa, por ejemplo, caemos y nuestras madres o abuelas dicen: "mala la mesa. Mesa mala", pegándole a la mesa e insistiendo constantemente en que nosotros hagamos lo mismo. Y yo pienso: ¿cuál es la enseñanza? ¿A caso es: la responsabilidad no es tuya que eres una torpe, que tienes tres años y no miras por dónde caminas; la culpa es de la mesa; la mesa es mala?

Intento entender más o menos el mensaje oculto de la mala intencionalidad de los objetos. Me parece gracioso como símbolo pero como aprendizaje me parece siniestro: nunca eres responsable de lo que hiciste; la culpa siempre la tiene el otro; tú no, es el otro el que tiene que dejar de estar en tu camino para que no te golpees...

Y pienso: es mi responsabilidad apartarme de lo que me daña. Es mi responsabilidad defenderme de los que me hacen daño. Es mi responsabilidad hacerme cargo de lo que me pasa y saber mi parte de participación en los hechos. Tengo que darme cuenta de la influencia que tiene cada cosa que hago. Para que las cosas que me pasan me pasen, yo tengo que hacer lo que hago. Y no digo que puedo manejar todo lo que me pasa sino que soy responsable de lo que me pasa porque en algo, aunque sea pequeño, colaboré para que sucediera. Yo no puedo controlar la actitud de todos a mi alrededor pero puedo controlar la mía. Puedo actuar libremente con lo que hago. Tendré que decidir qué hago. Con mis limitaciones, con mis miserias, con mis ignorancias, con todo lo que sé y aprendí; con todo eso tendré que decidir cuál es la mejor manera de actuar. Y tendré que actuar de esa manera. De esa mejor manera. Y tendré que conocerme más para saber cuáles son mis recursos. Tendré que quererme tanto como para privilegiarme y saber que esta es mi decisión. Y tendré entonces algo que viene con la autonomía y que es la otra cara de la libertad: coraje.

Tendré el coraje de actuar como mi conciencia me dicta y de pagar el precio. Tendré que ser libre aunque a ti no te guste. Y si no vas a quererme así como soy; y si te vas a ir de mi lado así como soy; y si en la noche más larga y más fría del invierno me vas a dejar sola y te vas a ir, cierra la puerta. ¿Viste? Porque entra viento. Cierra la puerta. Si esa es tu decisión, cierra la puerta. No voy a pedirte que te quedes ni un minuto más de lo que quieres. Te digo: "cierra la puerta que yo me quedo y fuera hace frío." Y esta va a ser mi decisión.

Esto me transforma en una especie de ser inmanejable. Los autodependientes somos inmanejables. Porque a un autodependiente lo manejas sólo si te lo permite. Esto significa un paso adelante en tu historia y en tu desarrollo. Una manera diferente de vivir el mundo y probablemente signifique empezar a conocer un poco más a quién está a tu lado. Es probable que algunas de las personas que están, se vayan. Quizás algunas no quieren quedarse. Bueno, habrá que pagar ese precio también. Habrá que pagar el precio de soportar las partidas de algunos y preparase para celebrar la llegada de otros... (quizás).

domingo, 19 de mayo de 2013

Reflexión periodística: plano americano


"En nuestro mundo, el periodismo suele ser el reino de la espontaneidad y la imprecisión, pero el que practican muchos fuera de aquí es el de los mejores redactores de The New Yorker, para establecer un nivel de excelencia comparable: implica trabajo riguroso, investigación exhaustiva y un estilo de precisión matemática.

Antes de enfrentarse a sus entrevistados (vivos o muertos) han visto u oído lo que ellos han hecho, se han documentado con rigor sobre sus vidas y sus obras consultando a parientes, amigos, editores o críticos, leyendo toda la documentación posible sobre su entorno familiar, social y profesional.

Sin embargo, sus ensayos no delatan ese quehacer preparatorio tan rico; al contrario, son ligeros y amenos, fluyen con transparencia y naturalidad, aunque, bajo esa superficie leve y ágil que engancha la atención desde las primeras líneas, se advierte una seguridad y seriedad que les confiere una poderosa consistencia.

En los años cincuenta, Truman Capote, un maestro de la publicidad, lanzó la idea de la novela-verdad, de la novela-reportaje, a raíz de A sangre fría, su minucioso testimonio sobre un crimen cometido en un pueblecito estadounidense.

Los recursos y técnicas de la novela pueden ser utilizados para enriquecer un reportaje o un trabajo de investigación. Mi impresión es que en los casos de Truman Capote, Norman Mailer, Gay Talese o Tom Wolfe, lo literario llegaba a dominar de tal modo sus trabajos supuestamente periodísticos que estos pasaban a ser más ficción que descripción de hechos reales, que la preeminencia de la forma en lo que escribían llegó a desnaturalizar lo que había en ellos de informativo sobre lo que era creación."